El debate de los presidenciables o más precisamente, sus monólogos.

Si consideramos al debate como un encuentro entre los personajes más fuertes y astutos de la política mexicana, no de los más inteligentes, no podíamos esperar explicaciones argumentadas de sus proyectos, sino un espectáculo como el que la edecan anunció: una lucha entre cuatro personajes que buscaban debilitar al más fuerte. Quiadri supo aprovechar este escenario y sacarle ventaja. Al ser el candidato más débil era poco probable que alguno de los punteros se enfrascara en una lucha argumentativa o de descalificaciones con él debido a que si lo vencían, el candidato ganador no obtendría alguna ventaja electoral pues de por sí Quiadri no tiene una gran cuota de votos. Un escenario más riesgoso y probable era que Quadri pudiera vencer a algún candidato y por esta razón los demás candidatos lo ignoraron: y parece que fue una estrategia prudente pues evidentemente Quadri estaba mejor preparado que cualquiera de ellos. No obstante, en el caso particular de AMLO, hubiera sido más oportuno señalarle a Quadri varias de las malas interpretaciones que hacía del discurso del tabasqueño. Una de ellas, que AMLO no estaba proponiendo repartir el Producto Interno Bruto, pues eso efectivamente es una locura, simplemente estaba señalando cuán grande era en la onceava economía del mundo y cómo era que estaba muy mal distribuida. Su único Talón de Aquiles y también su mayor fortaleza es la relación que guarda con Elba Esther Gordillo. Para los más avispados, esta relación lo descalifica automáticamente de las elecciones por convertirlo en el más hipócrita de los candidatos ya que su discurso del "candidato ciudadano" se convierte, a ojos vistas, en el más inconsistente por las siguientes razones. En primer lugar, su candidatura, no fue producto de un proceso democrático dentro de su propio partido, sino una clara imposición de la voluntad de Elba Esther Gordillo, dueña del PANAL quien ni siquiera se molestó en simular una elección interna como es práctica común en otros partidos. Al no reconocer la imposición de su candidatura en su propio partido, Quadri se muestra dispuesto a encubrir ya tolerar estas mismas prácticas en el seno del SNTE y a no molestar Elba Esther. Esta actitud, no es propia de los ciudadanos honrados, y por tanto Quadri, genera expectativas falsas entre sus votantes. La mayoría de las observaciones que Quadri realizó merecían alguna atención, y además, eran previsibles por lo que los demás candidatos hubieran podido contestarle contundentemente. Por ejemplo, propuso privatizar las cárceles argumentando una dudosa extrapolación del caso americano al caso mexicano. Ciertamente López Obrador pudo haber señalado que con el grado de corrupción que existe en México era probable que las cárceles quedasen en manos de los mismos narcotraficantes. En otro punto donde toca la importancia de las reformas estructurales para que México progrese económicamente, AMLO pudo señalar que algunos economistas dudan acerca de la eficacia que pudieran tener esas reformas (http://gerardoesquivel.blogspot.mx/2012/04/sobre-las-reformas-estructurales.html). Dado que ninguno de los candidatos- léase, ni AMLO que era el más obligado a hacerlo, ni Vázquez Mota- estuvo dispuesto a discutir sobre Elba, Quadri salió muy bien librado del debate: fue el que menos daño recibió. Al menos sabemos que para muchos -según los comentarios que he leído en las redes sociales y el los periódicos- la simulación de un candidato ciudadano resulto atractiva cuán más no sería la propuesta de un debate con verdaderos ciudadanos. López Obrador fue quién quizá dio la mejor explicación de la naturaleza de los candidatos y de sus repercusiones en el debate. Cuando Peña Nieto le señaló de corrupción de la que estaba rodeada, incluso entre su círculo más cercano, como fue el caso de Bejarano, AMLO señaló un punto que hubiera sido interesante desarrollar: los delincuentes dentro de mi círculo fueron encarcelados, pero los que estaban en el tuyo, aún andan libres. Ciertamente un tribunal los declaró inocentes y es indemostrable su culpabilidad así como es jurídicamente indemostrable el ausentismo de Vázquez Mota ya que firmó sus asistencias aún cuando luego se iba y no discutía lo que le correspondía. Esta situación fortalece a estos candidatos porque sus delitos son improcedentes, nunca ocurrieron. Hemos llegado a un callejón sin salida o quizás no hemos salido del callejón que un viejo libro describía:
Desde que el gobierno legítimo hubo desaparecido, dejaron de existir en México los funcionarios públicos, los que hoy existen son simplemente cómplices [del Presidente]. Desde entonces, repito, toda forma de justicia ha desaparecido del país: aprehended a un ladrón y conducidlo ante un juez, él responderá:-“¡Cómo! Me traes aquí cuando el jefe de Estado ha robado quince millones […] ¿Y ustedes magistrados se descubren ante ese hombre; lo adulan, lo reverencian, lo glorifican por haber violado, robado, falsificado, traicionado y asesinado? -


Ante la ineficacia del sistema judicial, quienes debaten podrían ser delincuentes, y no cualquiera, sino los más destacados. Líderes de aquellas personas que representa más grotescamente aquel encajuelado que llegó a la Cámara de Diputados a investirse de inmunidad para protegerse de la justicia. Las instituciones están fallando y se antoja mandarlas al diablo y crear unas nuevas, que permitan que a los debates presidenciales lleguen personas verdaderamente pulcras. En ese sentido, se extraña al AMLO de hace seis años que ha sido opacado por uno temeroso de sus palabras, más cauto, pero también menos interesante.

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